9 sept 2010

Diario piedra de viaje I

Se acerca un viaje que venía planeando hace mucho tiempo, lo que me remite directamente a unos cuantos episodios poco felices que he tenido viajando. No es que lo quiera mufar ya de entrada, pero no puedo evitar recordárlo.
Fin de año. Todos deciden casarse, cumplir años, recibirse, despedirse, entre otras cuestiones dignas de festejo. Y allá íbamos, las tres, para Rosario a una fiesta de graduación.
Ya teníamos todo listo, íbamos y volvíamos en colectivo. Ya nos había pasado el año anterior de tener la genial idea de viajar en tren. Cortaron las vías, como alternativa tuvimos que amucharnos en unos colectivos horrendos, con 100 mil bartulos que traía la gente. El chofer por razones desconocidas se detuvo como dos horas al costado de la autopista a esperar, lo que provocó la ira de algunos pasajeros y casi se van a las manos.
Fue casi todo perfecto, nos divertimos mucho, nos emperifollamos todas con vestidos y accesorios que seguramente ahora al verlos en las fotos nos parezcan horrendos, pero para ese entonces eran puro glamour, bailamos y nos reímos. Digo casi por percances menores, como perder a una de las chicas en el trayercto de un boliche a otro y tener que caminar 30 cuadras porque en Rosario los taxis escasean. Mi dedo gordo del pie parecía un telletubie.
Felices y contentas el domingo a la tardecita pegamos la vuelta para la capi.
Viajábamos en un colectivo muy cómodo, esos de doble piso, que te tiran con un sándwich y todo. Y acá hago una pausa para hacer un pequeño comentario. Si te dan algo de comer, cual es la necesidad de llevar comida? Peor, cual es la necesidad de llevar mandarinas??? No te das cuenta que es insoportable el olor a mandarina en un lugar cerrado!!?? Sí! me molesta! Andate a tu casa a comer mandarinas si tenés tantas ganas. Es como esa gente que se besuquea en los transportes públicos. Intercambiando saliva en esos tremendos días de calor, todos transpirados. Y no es que bueno, no los miro, porque encima hacen ruido. Me mo les ta!!!
Hecha esta salvedad, lo único malo (hasta ese momento) era que veníamos sentadas separadas. Sof y yo más adelante, al ladito de la escalera para bajar y Vane al fondo, pero como estábamos bastante cansadas no nos molestaba tanto.
Estábamos durmiendo cuando el segundo chofer (copiloto, cebador de mate, llámenlo como quieran) desde la escalera pega el grito: Escobaaaaaaar!! (Evidentemente la gente de Escobar se queda dormida fácilmente, no alcanza con prender esas luces insoportables y encandilar a todo el mundo.)
Con el grito, Sof se despertó de un salto y casi termina estampada en el vidrio de adelante. Yo que estaba de mal humor y con resaca no le di mucha bola y seguí mirando por la ventana.
En ese momento, se escucha un estallido tremendo adentro del colectivo y veo a un flaco que cruza la autopista corriendo, sin siquiera mirar, así nomas, como venia. Los autos lo esquivaban, y él cual pelicula de acción yanqui corria como un desaforado.
Yo viendo esta escena me doy vuelta y le digo a Sof que por dios mire al loco ese como cruzaba, a lo que la iluminada me contesta:
Ay, por favor, existe la pobreza…
Yo sin entender la relación entre ser pobre y cruzar la autopista como un loquito no hice más que insultarla:
Pedazo de marmota! Dejá de decir huevadas y veamos qué pasó porque Vane está allá atrás de donde vino el estallido.
A todo esto, la deducción lógica era que alguien había tirado una piedra y había roto el vidrio. Y nosotras también creíamos lo mismo. Pero no.

Estábamos por levantarnos cuando Vane se acercó pálida y nos relató el suceso.
Sentado adelante de ella iba un pibe, que viajaba con un grupo de mexicanos. Al parar en escobar el muchacho no tuve mejor idea que arrancar el pequeño martillo rojo que está atornillado a la pared del colectivo. (sí sí, ese mismo, el martillito que todos pensaron que no tiene la menor utilidad)
Lo arracó de la pared, rompió el vidrio y saltó del segundo piso del colectivo.
Sin previo aviso, sin nada que lo impulsara a hacer semejante cosa. Ni siquiera estaba cerca de la que comía mandarinas!
Nadie sabía qué hacer, la reacción fue nula. El chofer nada más subió a preguntar si a alguien le faltaba algo, pero speedy gonzalez ni su propia mochila había llevado.
Así fue que seguimos viaje, amontonadas las tres en un lugar para dos porque Vane no queria volver a su lugar.
La siguiente parada fue en un peaje. Supongo que para hacer la denuncia, no sabría decir qué es lo que se debe hacer en esas situaciones donde un flaco rompe el vidrio de un colectivo, salta y sale corriendo.
Nos acercamos al grupo de amigos del fugado a preguntarles qué era lo que había pasado y para mostrar nuestra solidaridad en caso de que estuvieran preocupados. No, no lo estaban. Ante nuestro interrogatorio nos contestaron:
No sé. No tomó nada…no se….ya va a volver.
Qué!? Tu amigo está corriendo solo por Escobar a las 12 de la noche al costado de la autopista en otro país y eso es lo máximo de preocupación que tenés? Ya va a volver?
Andá a saber que bicho le pico, si quería estirar las piernas, si en la persona que venía al lado de él vio un potencial asesino, si tomó el tecito de Graña o le agarró un panic attack.
Así seguimos viaje hasta retiro, con un vidrio roto y un pasajero menos. Nunca supimos qué fue lo que le paso al muchacho.

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