Estado de ánimo disfórico o depresivo, insomnio, irritabilidad, frustración o ira, ansiedad, dificultades de concentración, inquietud. Todos los síntomas tengo… todos!
Hoy cumplo una semana sin fumar. Nunca antes había llegado a tanto. Nunca antes me había propuesto dejar de verdad.
No me parecía lindo fumar, de hecho me molestaba el olor que dejaba el cigarrillo, el tener que levantarte de la mesa en una cena, el asco y poca tolerancia con la que te miran los no fumadores.
Empecé a fumar de chica, me llamaba muchísimo la atención. Un noviecito que tenía un par de años más me enseñó a tragar el humo. Sólo tenía que pitar y como si me asustara mandar el humo para adentro. Todo un juego transgresor.
Para los 16-17 años mis viejos ya sabían, y aunque no fumaba adelante de mi papá, tampoco tenía que esconderme demasiado. En el colegio nos dejaban fumar en el patio durante el recreo y para quinto año eso no alcanzaba, así que entre clases iba al baño.
A los 18 me vine a vivir sola a capital. No hay mejor acompañante del estudio que un cigarrillo, y con mis compañeras estudiábamos entre la nube de humo en el departamentito de 40 m² que ya emanaba olor a tabaco por sí solo.
Para entonces había incorporado todas las mañas: el cigarrillo después de comer, con el mate, con la cerveza, con un café, esperando el bondi, despejándome 5 minutos en el laburo, relajándome sola en mi casa, estudiando.
No sé exactamente cuál fue la razón por la que quise dejar el cigarrillo, tampoco quiero indagar demasiado. Cuestión es que ya estoy en el baile, no hay vuelta atrás.
Creo que aunque hayan pasado más de 10 años de esto, todavía puedo ver la cara de mi viejo de desilusión cuando se enteró que fumaba y la frase que me dijo ese dia: “hacé lo que quieras, pero te creía más inteligente…”
Chau, ya si tu viejo piensa que sos una estúpida, estás al horno.
Tampoco es que me traumé demasiado o estuve todo este tiempo condicionada por lo que me dijo, de hecho segui fumando como si nada. No acatar lo que te dice una autoridad es una conducta tipica de la adolescencia.
Pero lo que me parecía transgresor en aquel momento, hoy me parece una estupidez y tengo que darle la razón a mi viejo. (lo que no quiere decir que vaya a hacerlo...)
Como buena piedra, me tocó el primer domingo abstinente con lluvia, que además de ser de por sí depresivo, yo le tengo un especial miedo a las tormentas.
Camino frenéticamente por la casa, tomo mate sin parar, trato de leer, no me puedo concentrar, tengo insomnio, pesadillas, hambre todo el tiempo, lloro como una nena, me duele la cabeza, no tengo ganas de ver a nadie, me siento sola, no quiero hablar, tengo ganas de gritar.
A pesar de todo, estoy feliz por estar dejando el cigarrillo. Nunca imagine que fuera tan dependiente de algo, justo yo, que soy ferviente defensora de la libertad.